Oversharenting: cuando los padres comparten demasiado a sus hijos en Internet.
Es indudable que estamos en mitad de la 4ta revolución industrial marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, que cambiará el mundo tal como lo conocemos y de la mano de Internet. Hablábamos en el artículo anterior sobre la importancia de entender que es incorrecto y peligroso diferenciar “virtual vs. real” cuando las circunstancias y los hechos exigen que nos adecuemos a “físico + digital”, ambos reales, ambos coexistentes con nosotros y con nuestras familias.
Hubo una transformación importante en la conducta de los padres tomando como referencia Internet, las redes sociales, los grupos de chats y mensajería y por supuesto los Smartphones. Un padre promedio en Paraguay revisa su celular unas 114 veces en el día, sí, 114 veces en el día. Hasta los más reacios sucumbieron a la necesidad de compartir, de mirar, de googlear, whatsappear, chatear y otros tantos nuevos verbos que vinieron de la mano del siglo XXI.
En este camino tecnológico muchos se olvidaron de la seguridad, del resguardo de su identidad, de la protección de su vida digital, dejando de lado detalles que, más temprano que tarde, van a terminar afectando lo más interno de una familia: su privacidad y su intimidad.
En ese contexto surge un nuevo vocablo que está llamando la atención: el “sharenting”. El “oversharenting”, para ser más precisos. Eso que hacen los “sharents” (los padres que comparten).
¿De qué se trata? Simplemente, de la unión entre dos conceptos: “to share”, compartir, y “parents”, padres. Según la definición oficial del diccionario Collins, “sharenting” es compartir detalles sobre los hijos en redes sociales. «Esta práctica puede comenzar incluso antes del nacimiento, con el posteo de ecografías intrauterinas en Facebook», agrega la publicación sobre este hábito que muchos padres han adquirido y que pocos cuestionan.
La mayoría de los papás de los niños y adolescentes de hoy se conectó en estas redes llegando a la adultez y rápidamente comenzó a subir información y fotos de su propia vida. Por lo tanto, para ellos es natural continuar haciéndolo con sus hijos. No suelen preguntarse sobre qué límites debieran ser respetados. Y así se han podido ver en línea muchos excesos, desde cantidades agobiantes de material —pura y simple chochera que puede terminar por aburrir a los demás— hasta fotos de niñerías que avergüenzan a los adolescentes. Y también posteos que han recibido lluvias de críticas, como el caso de una madre que divulgó el primer período de su hija o castigos “ejemplares” que solo exponen ante la comunidad mundial a un padre humillando a su hijo. (Diario El País de Uruguay, 2016)
Según lo que hemos podido analizar esta vorágine por subir fotos e información de los hijos tiene su raíz en la naturaleza misma de las redes sociales a las cuales los padres se han rendido.
«A los papás les encanta que les respondan, que los otros comenten. La cantidad de visitas o comentarios es lo que en general mueve las redes sociales, y este tipo de fotos e información es la que genera más reacciones. Además, todos sabemos que las dinámicas familiares que se pueden ver en las redes no son fiel reflejo de la realidad. Vivir esa fantasía de dar una imagen perfecta es una motivación más para compartir imágenes de los niños», dice Daniel Halpern, experto en tecnologías de la información de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Chile.
«Hinchados de orgullo, los padres no pueden esperar recibir aprobación a través de un like o, mejor aún, un mensaje personalizado en su atesorado posteo», confirma la psicóloga Raychelle Cassada Lohmann en su blog de la revista Psychology Today.
A veces, también, se busca compañía, contacto con otros padres, sentirse menos solos en su rol de papás. Según un estudio de 2014 del Pew Research Center, think tank con sede en Washington D.C., 75% de los padres busca en las redes algún tipo de apoyo en su rol parental. Facebook es la plataforma preferida en personas entre 30 y 55 años y su formato resulta ideal para este intercambio. Pero, según el citado estudio, 56% de los encuestados conoce a otros papás que han caído en el “oversharenting”.
¿Por qué está mal?
Estamos de acuerdo que no hay una “Escuela para padres”, pero si hay mucha información y muchos profesionales dispuestos a ayudar. Caer en el “oversharenting” no solo condiciona a los hijos en el ingreso a su vida digital sino que los expone a realidades como “Bullying”, “ciberacoso”, “grooming” y otras tantas realidades digitales que terminando destrozando una vida real. Los que pasamos los 40 años teníamos con suerte 35 fotos de nuestro primeros 10 años de vida. Hoy los bebés de 40 horas tienen en Internet 600 fotos, incluso desde antes de nacer, y los detalles de su vida andan circulando en Internet previo a su propio ingreso al mundo digital.
Fotos de nuestros hijos con sus uniformes, con sus horarios y recorridos y lo que es peor, nuestros hijos con Internet ilimitado y sin control para que puedan subir sus propias fotos. Sigue siendo “oversharenting”, porque hasta la mayoría de edad somos responsables por ellos. Se convierten en carne de cañón para delincuentes que identifican fácilmente este tipo de situaciones. Cuánta información le damos al mundo delictivo con las fotos que subimos: nuestros horarios, si tenemos alarmas, personal de servicio, vehículos, si hay, hubo o habrá un acontecimiento familiar que convoque allegados. Informamos todo a todos.
Esto es un nuevo desafío para el cual debemos estar preparados. A veces desde el no saber permitimos que las cosas pasen, pero ahora que sabemos debemos tomar medidas. Empecemos por acompañar a nuestros hijos en su vida digital y a protegerlos más de nuestra innecesaria actitud de sobreexponerlos a mundo cada vez más agresivo y globalizado.
Prof. Miguel Angel Gaspar:.
ISOC member 98876
Senior IT Security Consultant
Intel Program Integrator Paraguay
Instructor Del Mercosur Digital para Paraguay
miguel.gaspar@tekhnos.com – +595981573157